El hedor de tu alma putrefacta, se puede sentir en tus pupilas, tu interior está muerto, MUERTO, al igual que caerá tu cuerpo cuando la nieve tiña al invierno negro.
Negro, como tu alma y tu vida.
Cuando mueras, tus ojos huirán de sus órbitas para no contemplar más tu alma, el reflejo de tu carne.
Tu lengua será arrancada, como muestra de tu arrepentimiento.
Tu piel se desgarrará, para dar el placer, el único placer que sentiré de tu cuerpo.
Y arderás en el fuego eterno.
Odio. Odio. Odio.
Golpeo la pared con mi puño, intentando descargar de mi cuerpo la rabia que siento. Los nudillos se agrietan consecuencia del impacto, de las heridas brota la sangre…
Pero no es esa sangre la que quiero ver.