sábado, 22 de enero de 2011

El Tiempo...


Paso las horas mirando las manecillas del reloj que continúan su curso rutinario, ajenas a lo que ocurre en mi interior.



 Les suplico que paren, que paren. 
Cada golpe seco, cada latido, cada lágrima que se derrumba, que cae lentamente rozando mi mejilla desesperada por encontrar unos labios donde morir. -¿Te oiré?-
Las voces de mi cabeza arañan mi paciencia, corrompen mi alma, quieren arrastrarme a la oscuridad, me atrapan, me ahogan. -¿Te veré?-
Alejo los viejos fantasmas melancólicos, pero sé que pronto volverán a visitarme. Extraños recuerdos que nublan mi mente.

¿Quiero...?

No puedo verte, oírte, ni sentirte. Tan solo leer el reflejo de tu voz.
Tan fría, tan distante.


¿Existe de verdad?
Quizás sea tan solo el deseo que me impulsa a querer desvelar tu rostro. O será un deseo verdadero.
Pero quiero verte, oírte y sentirte.